MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 22 de mayo de 2013

ACLARACIONES SOBRE LA EXTREMA GRAVEDAD DEL PECADO ORIGINAL, EL CUAL FUE LA CAUSA DE LA TERRIBLE PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS.




El gravísimo pecado de la humanidad.


Este comentario del Evangelio de María Valtorta, explica de una manera excepcional la naturaleza del pecado Original, su extrema gravedad, y las consecuencias tan desastrosas, porque desde el inicio de los tiempos, y por culpa de la soberbia de Lucifer, esto ha sido la causa de todos los sufrimientos, guerras, enfermedades, calamidades y desastres de la humanidad.

Este pecado cuyas consecuencias para Adán y Eva fueron, la pérdida de muchos de sus derechos y todos los dones que habían recibido de Dios, para ellos, así como para sus descendientes, fue de una gravedad tal, que solo Dios, con el sacrificio de Jesús y María, la corredentora, pudieron rescatar esa falta tan grave, cargando en sus Seres, toda la culpa de la humanidad desde los inicios de la Creación hasta el final del mundo.

Si la Redención operada por la bondad infinita de Dios, ha tenido un precio tan alto para Jesús y María, pero no es aceptada y deseada por algunas almas, porque a su vez, exige de parte de estas, una correspondencia que se traduce por un profundo agradecimiento, y un cambio de vida que se llama “renacimiento espiritual”, como lo explicó tan bien Jesús a Nicodemo, entonces la Redención no puede producirse en ese tipo de personas, que siguen siendo siervas y adoradoras de Satanás, ese es el gran misterio de la Predestinación.

Ciertos creyentes, se creen que con la Redención de Dios, solo tienen que cumplir con ciertos preceptos, que Satanás está derrotado por la acción de Jesús. Son los que cumplen con las obligaciones de recibir los Sacramentos, y se creen que con solo estas acciones, tienen asegurada la Vida Eterna, están en un profundo y terrible error: Todo pecado es una ofensa a Dios, y para que sea perdonado, tiene que haber un arrepentimiento proporcional a la culpa, la absolución de un sacerdote no sirve para nada si no existe tal arrepentimiento, y un esfuerzo constante para erradicar de nosotros todos nuestros numerosos defectos. 

Hoy día, el mayor triunfo de Satanás es haber introducido en el mundo el relativismo, y hacer creer que el pecado y la virtud son actitudes análogas, y Dios en su bondad infinita, no hace distinción entre ambas.

Esta mentalidad no ha calado solo entre los ateos y los agnósticos, sino desgraciadamente entre mucha gente religiosa practicante y lo que es peor, entre los pastores, que tendrían que predicar la Palabra de Dios y transmitir el auténtico mensaje de Cristo Jesús: La belleza de la Virtud, y la fealdad del pecado, fealdad que se transforma en belleza y se iguala a esa virtud, e incluso la puede superar, cuando hay arrepentimiento profundo y sincero, porqué las lágrimas son el lavacro que no solo limpia la falta, pero que hace resplandecer el alma porqué resalta la acción de Jesús, ya que ese arrepentimiento muestra fehacientemente la acción salvífica del Sacrificio de Jesús.

Es el agua del costado de Cristo, que se derrama después del rescate, se llevó a cabo con su Cuerpo y su Sangre, que nos ha vuelto a liberar de la esclavitud de Satán, nos ha devuelto la visión, que nos permite distinguir la diferencia tan grande que existe entre la Virtud y el pecado.

Y el amor, incondicional que exige el primer mandamiento, solo se puede producir por el amor a la Virtud y dándose cuenta de la fealdad del pecado, porque es una ofensa a Dios, por eso el que practica la virtud ama y adora a Dios, que es el Padre de todas las Virtudes y la fuente de todos los bienes y el que practica el pecado y no se arrepiente, ama y adora a Satanás que es el padre del pecado, y la fuente de todos los males.

Por esa sencilla razón, el Amor a Jesús solo se concibe, porque Él es la encarnación completa de todas las virtudes, y los que dicen que lo aman y no practican la virtud, son unos embusteros si a pesar de pecar no se arrepienten, precisamente por haberlo ofendido. Hay que amar a Jesús, porque es un ser perfecto y por lo tanto de una hermosura tal que es indescriptible, solo lo podemos entrever por una Gracia especial que comunica Dios a los que le aman de verdad.

Dice el gran San Juan de la Cruz en sus dichos de Luz y amor: “A la tarde de la Vida, te examinarán en el Amor; aprende a Amar como Dios quiere ser amado, y deja tu condición”

A la tarde te examinarán por el Amor que has tenido a la Virtud, que es Dios, y que a pesar de ser tú pecador, tienes que presentarse ante Él, con Santo temor de haberle ofendido, y con el miedo de no haber cumplido debidamente con tus deberes y obligaciones, y de haber desagradado a Dios. Y deja tu condición, quiere decir que no te creas que por cumplir con tus obligaciones externas, has alcanzado la Vida Eterna, ya que tienes que haber renacido a la Vida, y luchado de todas tus fuerzas contra el mal.

Dice también el santo Doctor, que el alma enamorada verdaderamente de Dios, recibe de Él el don de transformarse poco a poco a su imagen y semejanza, por eso el que ama a Dios, tiene que amar al prójimo porqué Jesús-Dios nos amó hasta la muerte en la Cruz.

Existe actualmente toda una serie de creyentes, fieles y Pastores que están convencidos que la Religión es una ciencia como las matemáticas, la geografía o la historia, que se puede aprender a base de estudios, y que el que mejor conoce el griego, el latín o el hebreo, es más religioso. Esta opinión está extendida sobre todo en algunos teólogos disidentes que se creen que porqué son catedráticos de Biología, o de Medicina, y que además tienen un doctorado en Teología, creen que pueden dar lecciones de Religión al mismísimo Papa, y que están dotados de una inteligencia tan extraordinaria que pueden reinterpretar todas las escrituras, de una manera superior a todos los antiguos Padres de la Iglesia, se olvidan de las palabras de Jesús, que afirmó:

“Te doy gracias de que has revelado todas esas cosas a los pequeños y los humildes y las has ocultado a los sabios”.

Existen dos tipos de sabiduría: La Ciencia de la naturaleza que se alcanza con los estudios, y la Sabiduría divina que no se alcanza con los estudios, pero solo con la práctica de la Virtud y del Amor de Dios, y para mí le doy profundamente gracias a Dios por esa manera de proceder.

Si no fuera así, solo podrían salvarse los ricos y los pobres tendrían menos probabilidades, ya que en general los más ricos tienen más facilidades para alcanzar estudios superiores.

San Juan de la Cruz dice claramente que el amor, cuando es auténtico, tiene la singularidad de igualar el enamorado con la persona amada, y que el alma, cuando más está enamorada de Dios, más Sabiduría mística se le infunde por esa razón, es lo que se llama sabiduría mística infusa. 




Del Evangelio como me ha sido Revelado de Mª Valtota 
(Marzo de 1.943)


Dice Jesús:

“¿No se lee en el Génesis que Dios hizo al hombre dominador de todo lo que había sobre la tierra, de todo excepto de Dios y de sus ángeles ministros? ¿No se lee que hizo a la mujer como compañera del hombre en la alegría y el dominio sobre todos los seres vivos? ¿No se lee que de todo podían comer salvo del árbol del conocimiento del Bien y del Mal? ¿Por qué? ¿Cuál es el sentido que subyace en las palabras “para que domine”?; ¿Cuál, en el árbol de la ciencia del Bien y del Mal? ¿Os habéis preguntado alguna vez esto, vosotros, que os hacéis tantas preguntas inútiles y que no sabéis preguntarle nunca a vuestra alma acerca de las celestes verdades?

Vuestra alma, si estuviera viva, os las manifestaría. Esa alma que, cuando está en gracia, es como una flor entre las manos de vuestro ángel; esa alma que cuando está en gracia, es como una flor besada por el sol y asperjada por el rocío, besada y asperjada por el Espíritu Santo, que le da calor y la ilumina, que la riega y la adorna de celestes luces. ¡Cuántas verdades os manifestaría vuestra alma, si supierais conversar con ella, si la amarais como a quien os proporciona la semejanza con Dios, que es Espíritu, como espíritu es vuestra alma! ¡Qué gran amiga tendríais, si amarais a vuestra alma en vez de odiarla hasta matarla; que grande, sublime amiga con quien hablar de cosas celestes, vosotros que tenéis tanta avidez de hablar y os destruís los unos a los otros con amistades que, aun no siendo indignas (algunas veces lo son), sí, son casi siempre inútiles, y se os transforman en un bullicio vano o nocivo de palabras y sólo palabras, todas terrenas!

¿No dije Yo: “Quien me ama observará mi palabra y el Padre mío le amará e iremos a él y haremos morada en él”? El alma que está en Gracia posee el amor, y poseyéndolo, posee a Dios. O sea, al Padre que la conserva, al Hijo que la instruye, al Espíritu que la ilumina. Posee, por tanto, el Conocimiento, la Ciencia, la Sabiduría. Posee la Luz. 

Imaginaos pues, que conversaciones tan sublimes podría establecer con vosotros vuestra alma, que son las conversaciones que han llenado el silencio de las cárceles, los silencios de las celdas, los silencios del yermo, los silencios de las habitaciones de los enfermos santos; las que han confortado a los presos que en las cárceles esperaban el martirio, a los cenobitas, que habían elegido el claustro en pos de la Verdad, a los eremitas, que anhelaban conocer anticipadamente a Dios, a los enfermos para que soportaran o, mejor dicho, amaran su cruz.

Si supierais preguntar a vuestra alma, ella os diría que el significado verdadero, exacto vasto cuanto la creación, de la palabra "domine" es este: "Para que el hombre domine todo: sus tres estratos (el inferior, animal; el estrato corriente: moral; el estrato superior: espiritual), y oriente los tres hacia un único fin: poseer a Dios".

Poseérlo, mereciéndolo con este férreo dominio que tiene sujetas todas las fuerzas del yo haciéndolas esclavas de esta única finalidad: merecer poseer a Dios. Vuestra alma os diría que Dios había prohibido el conocimiento del Bien y del Mal, porque el Bien lo había dado con generosidad y gratuitamente a sus criaturas, y el Mal no quería que lo conocierais, porque es un fruto dulce al paladar, pero que una vez que baja con su jugo en la carne, ocasiona una fiebre que mata y produce ardiente sequedad en la garganta, por el cual, cuando más se bebe de su jugo traidor, más sed de él se tiene.

A este efecto, San Juan de la Cruz explica que los apetitos del alma tienen las características del fuego, que cuanto más leña se le da, más se incrementa, y aún es peor que el fuego, ya que cuando no se le echa leña se apaga, mientras que el deseo, cuando se le niega alimento, se enciende aún más.

Y los ejemplos más claros que tenemos, son los individuos sumidos en todos los vicios habidos y por haber, como son los drogadictos, los lujuriosos, los ludópatas, los borrachos, los avaros y los que practican toda clase de pecados.

Vuestra objeción será: "¿Y por qué lo ha puesto?". ¿Por qué?. El mal es una fuerza que ha nacido sola, como ciertos males monstruosos en el más sano de los cuerpos.

Lucifer era un ángel, el más hermoso de los ángeles. Espíritu perfecto. Solo Dios era superior a él. Pues bien, con todo, en su ser luminoso nació un vapor de soberbia, y Lucifer no lo dispersó, sino que, por el contrario, lo condensó dándole vida en su interior. De esta incubación nació el Mal. Este ya existía antes del hombre. Dios había arrojado fuera del Paraíso al Incubador maldito del Mal, al que ensuciaba el Paraíso, ha ensuciado la Tierra.

Ese metafórico árbol pone en evidencia esta verdad. Dios había dicho al hombre y a la mujer: "Conoced todas las leyes y los misterios de la creación. Pero no queráis usurparme el derecho de ser el Creador del hombre. Para propagar la especie humana bastará el amor mío que circulará por vosotros y, sin libídine sensual, solo por latido de caridad, dará vida a los nuevos hombres como de la estirpe de Adán. Todo os lo doy; solo me reservo este misterio de la formación del hombre".

"Satanás quiso quitarle al hombre esta virginidad intelectual y, con su lengua serpentina, hechizó y halagó miembros y ojos de Eva, suscitando en ellos reflejos y sutilezas que antes no tenían porque no estaban intoxicados de malicia.

Ella vio, y viendo quiso probar. Había sido despertada la carne. ¡Ah, si hubiera llamado a Dios; si hubiera corrido a decirle: "Padre estoy enferma; la serpiente me ha halagado y me siento turbada!". El Padre la habría purificado, la habría curado con su aliento, pues lo mismo que le había infundido la vida, podía haberle infundido de nuevo la inocencia, quitandole el recuerdo del tóxico serpentino, es más introduciendo en ella una repugnancia hacia la serpiente (como les sucede a los que han sufrido una enfermedad, que una vez curados, sienten hacia ella una instintiva repugnancia). Pero no, Eva no va al Padre, Eva vuelve donde la serpiente. Esa sensación le es dulce. "Viendo que el fruto del árbol se podía comer y que era bonito y de aspecto agradable, lo cogió y comió de él".

Y "comprendió". Ya la malicia había penetrado y le mordía las entrañas. Vio con ojos nuevos y oyó con oídos nuevos los usos y la voz de las bestias; y los deseo febrilmente.

Inició sola el pecado. Lo consumó con su compañero. Por eso sobre la mujer pesa una condena mayor. Por ella el hombre se hizo rebelde a Dios, y por ella conoció la lujuria y la muerte. Por ella perdió su dominio sobre sus tres reinos: el del espíritu porque permitió que el espíritu desobedeciera a Dios, el de lo moral, porque permitió que las pasiones le sometieran a su señorío, el de la carne, porque le rebajó a las leyes instintivas de las bestias. "La serpiente me ha seducido" dice Eva. "La mujer me ha ofrecido el fruto, y yo he comido de él dice Adan. Y el triple, desenfrenado apetito, desde entonces, tiene entre sus garras los tres reinos del hombre.

Solo la Gracia logra aflojar la presa de ese monstruo despiadado; y, si vive, si está vivísima, si la voluntad del hijo fiel la mantiene cada vez más viva, llega incluso a estrangular el monstruo. Ya no habrá nada que temer: ni a los tiranos internos (o sea la carne, y las pasiones), ni a los tiranos externos (el mundo y los que en el mundo tienen poder), ni a las persecuciones, ni a la muerte.

Es como dice el Apóstol Pablo: "Nada de esto yo temo, y no considero ya mía la vida, con tal de cumplir mi misión y llevar a cabo el ministerio recibido del Señor Jesús para dar testimonio del Evangelio de la Gracia de Dios".