MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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lunes, 22 de septiembre de 2014

V/ JESÚS NOS ENSEÑA A MORIR:¡ DIOS MÍO, DIOS MÍO ! ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?




"¡Eloi, Eloi, lamma sebacteni!"


            Grito desgarrador de Jesús en la Cruz, para enseñarnos como y por qué tenemos que llamar al Padre a la hora de la agonía. Es la llamada de un hijo de Dios, angustiado en la hora tremenda, que Dios permite para que el alma, estando ya vacía de todas las ataduras del mundo, y perfectamente limpia de todos los apetitos que le impedían la divina unión, sea ahora capaz de recibir en sus “profundas cavernas del sentido”, hechas para contener a Dios, y que nunca estarán colmadas y por tanto satisfechas, hasta que estén llenas de Dios, como así lo explica San Juan de la Cruz, esa inmensidad de Dios, solo puede entrar, cuando esas cavernas están limpias, ya que Dios no se une nunca cuando hay suciedad en ellas.
El pecado original de Adán, había sido cometido por un hombre, que había desobedecido la orden dada por Dios, y por eso atrajo las consecuencias desastrosas para toda la humanidad, Ese pecado, por razones de Justicia solo podía ser reparado por otro hombre; Jesús que es Dios y hombre verdadero, tenía que ser abandonado por Dios para que en el momento de la Redención sea solo hombre, Fue el momento que escogió Satanás para tentarlo como hizo con Adán en el Edén, si Jesús caía bajo sus insidias que trataban de convencerle de que su Sacrificio sería vano para salvar a esa Humanidad, entonces la Rebelión de la humanidad no hubiera tenido perdón de Dios y todas las hordas Satánicas serían redimidas de su horrible pecado que se produjo cuando dijeron a Dios "¡Non serviam!".

Fue ese abandono del Padre fue lo que colocó por un momento a Jesús con solo su naturaleza humana y también fue el momento más importante de la Redención ya que derrotó completamente a Satanás, abrió las puertas del Limbo, y sentenció para siempre la derrota eterna de Satanás.  

          

            Dice Jesús:

           A veces nos parece que el Padre nos ha abandonado. Solo se ha escondido para aumentar la expiación y otorgar un perdón mayor. El hombre, que infinitas veces abandonó a Dios, ¿puede lamentarse airadamente por ello? ¿Y debe desesperarse porque Dios le somete a una prueba?

        ¡Cuántas cosas, diferentes de Dios, habéis puesto en vuestro corazón! ¡Cuántas veces habéis sido indiferentes hacia Él! ¡Con cuántos medios le habéis rechazado y apartado bruscamente de vosotros! Habéis colmado vuestro corazón con toda clase de cosas. Luego, lo habéis guarnecido con rejas y cerrojos porque temíais que si entrara Dios, habría podido molestar vuestra apática inmovilidad y purificar a su templo, echando de él a los usurpadores. Mientras fuisteis felices, ¿Qué os importaba tener a Dios? Decíais: “Ya lo poseo todo porque me lo merecí”. ¿Y acaso, cuándo erais felices, no huisteis de Dios, echándole la culpa de todos vuestros males?

            ¡Oh, hijos injustos que bebéis el veneno, que entráis en los laberintos, que os precipitáis en los abismos o en los nidos de serpientes y otras fieras, y luego decís: “Dios tiene la culpa”!, si Dios no fuera Padre, si no fuera un Padre Santo, ¿Qué tendría que responder a vuestros lamentos en las horas dolorosas, si en las horas felices le habéis olvidado? ¡Oh, hijos injustos que, aun teniendo infinitas culpas, queríais ser tratados como no fue tratado el Hijo de Dios en la hora del holocausto!, decid, ¿Quien fue el más abandonado? ¿Acaso no fue Cristo, el Inocente. El que para salvar, aceptó el abandono absoluto de Dios, tras haberle amado activamente siempre? ¿Acaso no tenéis también vosotros el nombre de cristianos? ¿Acaso no tenéis el deber de salvaros a vosotros mismos?

             No hay salvación en la sombría apatía que se complace en sí misma y teme ser molestada acogiendo al Activo. Entonces, imitad a Cristo profiriendo este grito en el momento de mayor angustia. Más, haced que el grito tenga el acento de la mansedumbre y de la humildad, sin tener tonos de blasfemia o de reproche.

          ¿Por qué me has abandonado, si sabes que sin Ti, no puedo hacer nada? Ven, ¡oh Padre!, ven a salvarme, a darme fuerzas para salvarme a mí mismo, porque los estrujones de la muerte son terribles y el Adversario aumenta a propósito su intensidad y silba en mis oídos que Tú ya no me amas. Hazte oír, ¡oh Padre!, no por mis méritos, sino precisamente porque soy un ser insignificante y sin méritos que no sabe vencer si está solo, y que ahora comprende que la vida era trabajo para el Cielo”.

        Ha sido dicho: “¡Ay de los que están solos!”. ¡Ay del que está solo a la hora de la muerte, solo consigo mismo, contra Satanás y la carne!
        Más no temáis si llamáis al Padre, Él vendrá. Y esa humilde invocación expiará vuestras culpables indiferencias hacia Dios, las falsas piedades, los desordenados amores del yo que os transforman en apáticos.




IV/ JESÚS NOS ENSEÑA A MORIR, ESTREMECEDORAS PALABRAS: "ACUÉRDATE DE MÍ CUANDO ESTÉS EN TU REINO"



SAN DIMAS QUE MUERE EN GRACIA DE DIOS
AL DECIR : "SEÑOR, ACUÉRDATE DE MÍ"



          Esta súplica fue la que pronunció el ladrón Dimas, cuando estaba en la Cruz a la derecha de Cristo en el Gólgota: "Jesús, acuérdate de mí, cuándo estés en tu Reino", y aquí aparece un alma que pronunció las palabras más extraordinarias de un ser humano: Cuando Cristo estaba en la Cruz agonizando, abandonado allí por muchos, odiado por todo el clan de la Jerarquía judía, empezando por los Escribas, que eran los doctos, los Fariseos que eran las almas más versadas en la tradición judía, y para colmo, condenado por el supremo Sacerdote Caifás, que era la máxima autoridad religiosa.

          San Dimas representa pues a todos los que en la hora de la agonía, han seguido los consejos que recomienda Jesús a la hora de la muerte: Se ha visto su humildad cuando le dijo al mal ladrón, que ellos merecían el castigo, pero que Jesús no lo merecía. Siempre me he preguntado como pudo ser que haya reconocido a Dios en Cristo abandonado, aparentemente vencido y desamparado. 

        ¿Cual es el misterio de la Predestinación, que ha permitido a San Dimas reconocer en ese momento a Cristo, como un Dios que posee un Reino eterno, de felicidad y de  Justicia? En donde reina con poder, ya que pidió que se acuerde de él cuando esté en su Reino, lo que implica su reconocimiento como Señor y Soberano en el otro mundo, ya que sabía que iban a morir.

      El mal ladrón significa todo lo contrario: no reconoce su culpa, y pone en duda la divinidad de Cristo, simboliza a los condenados, que acusan a Dios de sus desgracias, y se presentan con soberbia a la hora de la muerte.    





             Dice Jesús:

            “Acuérdate de mí”.

    Habéis aceptado el cáliz de la muerte, habéis perdonado, habéis cedido lo que era vuestro y hasta a vosotros mismos. Habéis mortificado mucho el yo del hombre, habéis liberado mucho el alma de lo que le disgusta a Dios: del espíritu de rebelión, del espíritu de rencor, del espíritu de avidez. Habéis cedido al Señor la vida, la justicia, la propiedad, la pobre vida, la paupérrima justicia, las propiedades humanas tres veces pobres. Como nuevos Job, os presentáis desfallecidos y privados de todo ante Dios. Entonces podéis decir: “Acuérdate de mí”.

          Ya no sois nada. No poseéis ni salud, ni orgullo, ni riquezas. Ni siquiera os poseéis a vosotros mismos. Sois una oruga que puede convertirse en mariposa o pudrirse en la cárcel del cuerpo por una última y extrema herida al espíritu. Sois barro que vuelve a ser barro, o barro que se transforma en estrella, según prefiráis descender a las cloacas del adversario o ascender al vórtice de Dios. La última hora decide la vida eterna. Recordárlo. Y gritad: “Acuérdate de mí”.

          Dios espera ese grito del pobre Job para colmarle con los bienes de su Reino. Para un Padre es dulce perdonar, intervenir, consolar. Solo espera ese grito, para deciros: “Hijo, estoy contigo. No temas”. Decid esas palabras para reparar todas las veces que os olvidasteis del Padre o fuisteis soberbios.




REFLEXIÓN PERSONAL

Señor, Tu te acuerdas siempre de mí, aunque yo algunas veces me olvido de Tí, en la hora de mi muerte, recuerdame que te diga esas palabras de Salvación: ¡ACUÉRDATE DE MÍ!