MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 19 de agosto de 2016

INTERPRETACIÓN MÍSTICA DEL PROFETA EZEQUIEL EN LA LECTURA DE LA MISA DE HOY




Ezequiel 37,1-14.

La mano del Señor se posó sobre mí, y el Señor me sacó afuera por medio de su espíritu y me puso en el valle, que estaba lleno de huesos. 
Eso es lo que hizo el Señor Jesús: de la mano de Dios Padre, vino por espíritu de Misericordia, y se encarnó en la Tierra, que es un valle de esqueletos, para devolver la vida a la humanidad.

Luego me hizo pasar a través de ellos en todas las direcciones, y vi que los huesos tendidos en el valle eran muy numerosos y estaban resecos. 
Esta es la visión de Jesús al venir al mundo: un mundo de muertos a la fe, y que tenía que devolver a la vida, ya que estaban resecos, es decir espiritualmente muertos  por culpa del pecado de Adán y Eva.

El Señor me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?". Yo respondí: "Tú lo sabes, Señor ". 
Dios Padre sabe que solo su Hijo único, Jesús, el Hijo del Hombre, puede volver a dar la vida del alma.

El me dijo: "Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: Huesos secos, escuchen la palabra del Señor". 
Esa fue la Misión de Jesús y para eso ha venido al mundo, para proclamar la Palabra de Dios, y que los huesos recuperen la vida poniendo en práctica sus enseñanzas.

Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes, y vivirán. Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu, y vivirán. Así sabrán que yo soy el Señor ". 
Y Jesús anunció que el Espíritu Santo juntará todos los huesos secos, que es la fe sin obras, y les devolverá su misión, que es sustentar la vida, haciendo crecer los nervios y la carne que son los músculos que hacen mover al cuerpo, que se recubrirán de piel que simboliza las virtudes, para poder recibir el Espíritu Santo, que los hará renacer por la divina Gracia de Jesús que es el Señor de la Vida. 

Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras profetizaba, se produjo un temblor, y los huesos se juntaron unos con otros. 
Al mirar, vi que los huesos se cubrían de nervios, que brotaba la carne y se recubrían de piel, pero no había espíritu en ellos. 
Y esta es la misión de Jesús, que con su Palabra y su Poder, resucita a los muertos, sana a los enfermos, devuelve la vista a los ciegos y el oído a los sordos, restablece la vida del Hombre renacido a la Gracia, y lo prepara para de la Venida del Espíritu Santo.

Entonces el Señor me dijo: "Convoca profeticamente al Espíritu, profetiza, hijo de hombre, Tú dirás al espíritu: Así habla el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan". Yo profeticé como él me lo había ordenado, y el espíritu penetró en ellos. Así revivieron y se incorporaron sobre sus pies. Era un ejército inmenso.
Eso es lo que dijo Jesús a sus Apóstoles y discípulos, es conveniente que Yo me vaya, para que una vez preparados y vueltos a nacer gracias a mi Doctrina, mi ejemplo y mi Redención, pueda venir a vosotros el Espíritu Santo, que es otorgado a todos sus discípulos.

Luego el Señor me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos dicen: "Se han secado nuestros huesos y se ha desvanecido nuestro esperanza. ¡Estamos perdidos!". 
Aquí están simbolizados todos los humildes, que son los que simbólicamente hablando son de la casa de Israel, se ven pecadores, y por eso creen que se ha desvanecido toda esperanza, y por eso se creen perdidos, lo que es la condición necesaria y suficiente para dejar actuar a Dios, y ser fiel a su Doctrina.


Por eso, profetiza diciéndoles: Así habla el Señor: Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor.

Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré - oráculo del Señor.

La casa de Israel, y la Jerusalén celestial, son el Pueblo inmenso de los elegidos, vistos por Juan en el Apocalipsis:
"Después de esto miré y vi una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua, que estaban delante del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos, que llevaban palmas de triunfo en las manos." (Ap 7, 9).
Son los que han seguido la Ley de Dios, que los hizo salir con gran tribulación de las tumbas de la muerte del alma, y que alaban al Señor que es el artífice de su Salvación, ya que "lavaron sus túnicas y las blanquearon en la Sangre del Cordero"(Ap 7, 14) 
Clamaban: "Bendición, Gloria y Sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza  a nuestro Dios por los siglos de los siglos .Amén, (Ap 7,12).

Digno eres, Señor, Dios nuestro de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existe y fueron creadas"(Ap 4, 11).

 "Cantaron un cántico nuevo que decía: Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos  porque has sido degollado y con tu sangre has comprado para Dios, hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación" (Ap 5, 9). 
El libro de los siete sellos simboliza el conocimiento de Dios, que solo Cristo Jesús puede abrir, ya que fue el que pagó con su Pasión y muerte el precio del rescate, porque era la Víctima perfecta y sin mancha que podía borrar la ofensa de Adán, que impedía conocer a Dios, es decir entrar en su descanso para unirse con la Divinidad por toda la eternidad, recobrando la inocencia perdida.