MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 4 de octubre de 2017

EL ALMA PUEDE ESTAR DESESPERADA, PERO SIEMPRE DIOS MANDA A SU ÁNGEL PAR SOCORRERNOS, BIENAVENTURADOS LOS QUE SIGUEN ESPERANDO EN DIOS

 


Extraordinaria lección  de teología, que enseña de una manera magistral cual es la misión del ángel de la guardia, que Dios ha puesto para guiar a cada persona por el camino que lleva a la Vida eterna. He comprendido como es la presencia del Ángel, y como se comporta con las almas justas que tienen a Dios escondido en el Sagrario de su ser que es su corazón, y también como se comporta con las almas que han rechazado a Dios por su pecado.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(25 de Junio de 1.944)

Dice Jesús:

[...] Los ángeles no pueden sufrir por su Dios para aumentar su Gloria, ni tampoco sufrir por su prójimo para obtener el bien del mismo. En cambio los hombres pueden hacerlo. Para los ángeles, cumplir la voluntad de Dios, es crear júbilo. Para los hombres, cumplir la voluntad de Dios es crear dolor, es hacer lo que Yo hice. En efecto cuando el dolor se llama holocausto y no es solo resignación, sino unión con la voluntad de Dios - del mismo modo que mi cuerpo estaba unido a la Cruz mediante el amor, la generosidad y la paciencia (los tres clavos que clavan a las víctimas en su santo patíbulo) -, vosotros hacéis lo mismo que Yo.

No te preocupes si lloras, Yo también lloré. También Yo gemí. Con disgusto en el cuerpo y en la mente, dije: "Que tu voluntad sea la mía" (Luc 2, 41-42). Lo dije con renuncia, pero lo dije. El espíritu solo tuvo el coraje de repetirlo, pero lo dije. Que tu espíritu cante, en medio del disgusto y los temores de tu cuerpo y de tu mente, mientras la cruel operación se cumple sin ayuda alguna: "Señor, que tu voluntad sea la mía".
Cree que el premio será dos, tres, diez veces mayor que el que te abrían dado si ya hubieras obtenido dones de misericordia en el curso de tus sufrimientos. Dios es justo. Da un premio doble al mérito doble. Da un premio total al mérito total. No temas. Ve en paz".



26 de Junio de 1.944


El buen Dios me concede la sonrisa de mi ángel para confortarme por el penoso regreso del dolor.
Debo de haber sufrido y llorado abundantemente. Lo comprendo porque me siento destrozada y que los ojos me arden por las lágrimas que se han secado en las pestañas. Recuerdo que, después de haber vivido mi cotidiana hora de tristeza mortal y de llanto que solo Dios ve, me subí en el consabido sopor. Luego no recuerdo nada más. Pero todo me dice sin temor a equivocarme que cuando no era dueña de mi misma, he llorado desenfrenadamente y sin consideración por mis numerosísimas adherencias, que los sollozos incontenibles sacuden y luego duelen mucho más. Me lo dice el cuerpo, que está todo dolorido; me lo dicen el corazón y los pulmones, que parecen desgarrados y traspasados por cuchillas; me lo dicen los ojos, más nublados que nunca.
Le he preguntado a María, me ha dicho que he llorado y he reído, pero lo que es seguro es que he llorado y que he llorado mucho.

Pues bien, mientras estoy abandonada, sin fuerzas para moverme, y rezo mirando a mi ángel, que está arrodillado al pie de la cama, hacia la derecha, y parece rezar conmigo (y, a todo esto, me pregunto porque se encuentra en esa actitud y vestido de esa manera), oigo que mi invisible Maestro me dice:

"El ángel custodio de cada criatura adora en dicha criatura a Dios, que habita en ella mientras esté en la Gracia del Señor.
Vosotros sois templos vivos en los que habita Dios. Cada espíritu humano es un tabernáculo encerrado en el templo de vuestro cuerpo consagrado por los Sacramentos, en el que, por la unión indisoluble de las tres Personas, están el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y solo la culpa expulsa al divino Huesped. Cuando la criatura ya no está en estado de gracia, el ángel custodio venera llorando la obra de su Creador, que es lo único que puede venerar. Pero sigue venerándola porque es obra de su Dios, del mismo modo que vosotros veneráis un lugar que otrora habité y que mis enemigos profanaron, pero que sigue siendo digno de veneración, no porque me contiene sino porque me contuvo, para entender, recuerda el santo Cenáculo.

He aquí el motivo por el cual cada ángel permanece con sumo respeto junto al que está bajo su custodia. ¡Feliz ese ángel que, estando junto a una criatura, puede decir: "Señor mío, encerrado en esa criatura, Te adoro" y no necesita volar al cielo para encontrar la mirada de Dios!
Y aquí se comprenden mucho mejor las palabras del Evangelio de San Mateo 17, 10: "Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre que está en los cielos".

Las vestiduras del tuyo te indican el carácter de su misión junto a ti: es la de infundirte esperanza. De las tres virtudes, es la que más hay que infundirte porque tu cruz te la tritura y destruye a cada momento. Y, por lo tanto, es necesario que a cada momento descienda a nutrirte desde el Cielo. La fe es segura, es fuerte como las alas de tu custodio. El amor es vivo como el manto que adorna sus espaldas. Más, sobre todo, el ropaje es amplio y resplandeciente, y dice: "¡Espera!"

¿Ves que nunca estas sola? Ya le veías en los momentos en que tenías gran seguridad en tu condición espiritual y en los momentos de gran júbilo. Y también lo ves ahora, cuando los acontecimientos te llevan a dudar completamente de tu misión y te abate la tristeza de la soledad espiritual.
Lo ves porque está allí. Está allí siempre. Es el ángel de tu Getsemaní. Ámale como a un glorioso hermano que te ama".