MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 14 de noviembre de 2017

MUCHOS VERDADEROS SANTOS SON COMO LO DICE JESÚS GENTE HUMILDE Y DESCONOCIDOS DEL MUNDO, QUE HAN VIVIDO SIN ENVIDIAR NI ODIAR A NADIE.


LA SAGRADA FAMILIA ES EL EJEMPLO MÁS GRANDE
DE SANTIDAD, ERAN POBRES, HUMILDES
Y SERVIDORES DE LA HUMANIDAD


Extraordinarias palabras de Jesús que describe donde se encuentra la verdadera santidad, que es contraria a la de este mundo en donde se concibe con la inteligencia, los conocimientos escolásticos, la belleza física, el don de palabra y de cortesía muchas veces hipócrita, y siempre interesada y egoísta porque no viene de Dios.
Es lo que personalmente siempre pensé, que habrá una multitud innombrable de Santos, no canonizados por la Iglesia ni proclamados bienaventurados, personas de nuestra religión y de otras, que habrán sido hijos, padres, trabajadores humildes y cumplidores de su deber, proclamado por las Leyes de Dios, si viven en un País cristiano, o que siguen la voz de su conciencia, puesta por Él. Gente humilde, muchas veces despreciadas y explotadas por los poderosos, que no envidian ni odian a nadie y no engañan ni perjudican a su prójimo. Son gente a menudo materialmente pobres, que son mucho más caritativos que los ricos y viven a pesar de su pobreza mucho más felices que muchos multimillonarios. 



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
 (5 de agosto de 1943 en plena guerra mundial)

Dice Jesús:

“Esta ira de las naciones es el signo precursor de mi ira, porque así debe suceder. Hora penosa, pobres hijos míos que la padecéis, pero es inevitable que exista porque todo debe estar cumplido, de Bien y Mal, sobre la Tierra antes de que llegue mi hora. Entonces diré: “Basta” y vendré como Juez y Rey para asumir también el reino de la Tierra y juzgar los pecados y los méritos de los hombres.

Cuando leéis en el libro de Juan las palabras: “la hora de juzgar a los muertos” pensáis que se refiere a los que, incluso desde hace siglos, han cruzado a otras esferas del misterio que será conocido solo cuando uno será introducido. Sí. Muerte quiere decir transmigración del alma a otras zonas distintas de la Tierra. Pero hay un sentido más amplio en la palabra de Juan: los muertos de que habla pueden estar incluso vivos, según la carne, pero en verdad, ser a los ojos de quien ve, Muertos.

Son los grandes muertos porque no habrá ninguna resurrección para ellos. Muertos a Dios, no tendrán nunca más, para siempre el bien de poseer la Vida, es decir a Dios, ya que Dios es Vida eterna.
Igualmente, con sentido más amplio del que deben suscitar las simples palabras, los profetas, los siervos, los santos de que habla Juan, simbolizan bajo esas tres denominaciones, a todas las criaturas que han sabido vivir en el espíritu.

Cuántas humildes viejecitas, cuántos pobres niños, cuántos sencillos e incultos hombres, cuántas mujeres analfabetas, desconocidas por la muchedumbre, están escondidas y comprendidas en las palabras: profetas, siervos, santos. De señalarlas al mundo, este reiría. Pero en verdad, en verdad os digo que es más profeta, siervo y santo mío, uno de estos pobres, según la carne, que un docto soberbio, un gran presuntuoso, un mismo ministro mío, en los que falte aquello que os hace santos a mis ojos: saber vivir según mi Palabra y saber hacer mi Voluntad con fe, con caridad, con esperanza constantes.

Mi sonrisa a mis bienaventurados en la hora de mi venida como Rey y Juez encenderá un sol siete veces mayor que el sol común y resplandecerán mis cielos de él, mientras los coros angélicos cantarán mis alabanzas y las de mis siervos que tendrán en aquella hora proclamada por Mí, contra el mundo mudo y ciego, sus virtudes que los hacen hijos míos.

Pero para los que no son tales, y especialmente para los que con sus actuaciones han llevado su perdición a la Tierra y a los débiles de la Tierra, mi mirada será fulgor que precipita en el abismo, ya que es inevitable que exista el Mal, pero malditos para siempre los que se hacen siervos y administradores del Mal”.

(Este es el comentario a los versículos 17-18 del capítulo 11º del Apocalipsis, como me lo comenta Jesús.)




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