MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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domingo, 6 de agosto de 2017

EL SANTO CURA DE ARS, EL SER MÁS DESPRECIADO POR TODAS LOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA CATÓLICA QUE SON LOS PROGRESISTAS Y LOS PROTESTANTES.









Sobre la vida del santo Cura de Ars
Lo que más me impactó sobre la vida del Santo 


           Del extenso volumen sobre la vida del santo cura de Ars, Patrón de todos los Sacerdotes del mundo entero, escrita magistralmente por Monseñor Francis Trochú, y que consta de 664 páginas, reeditado ya 17 veces, se me quedaron grabadas varios hechos que me impactaron sobre manera, pasajes que voy a intentar rememorar.

           Lo que más me llamó la atención es como, por la acción del Espíritu Santo, un personaje de una inteligencia mediocre, ya que era prácticamente el último del Seminario, en cuyas aulas era el mayor de todos los alumnos, del cual se llegó a expulsar por su incapacidad de aprender el latín, se llegó a transformar en un Santo de una capacidad teológica tal, que algunas personas lo han querido comparar con el mismísimo San Juan de la Cruz, que estudió en la Universidad de Alcalá de Henares. 

         Y digo que esa transformación, solo se puede explicar por la acción del Espíritu Santo, y viene a contradecir lo que muchos piensan, los cuales poniendo la teología al nivel de cualquier otra Ciencia se creen que se puede acceder a conocer mejor a Dios a través de conocimientos intelectuales, como ocurre con cualquier otra ciencia como la Medicina o la Ingeniería, y aquí incluyo grandes teólogos con doctorados y que saben Hebreo, Griego y Latín y que, al no tener presencia del Espíritu Santo, son verdaderos herejes. 

        Y me vienen a la mente las palabras de nuestro Salvador, el cual afirmó: "te doy gracias Padre, porqué has querido revelar estas cosas a los sencillos y humildes y las has ocultado a los sabios". Y esa manera de proceder del Padre de las lumbres, es para mí algo maravilloso porque si no fuera así, solo entrarían en el Reino los inteligentes y los cultos, cualidades que la mayoría de las veces, solo se obtienen gracias al nivel social, y quedan vedadas a los pobres y a los indigentes. 

         Recuerdo también que San Juan de la Cruz afirmó que el que se une a Dios místicamente, recibe la Ciencia infusa del conocimiento de las cosas de Dios, por esa razón, el Cántico Espiritual, obra maestra de la mística, la dedicó el Santo Doctor a la monja carmelita Ana de Jesús, que fue la que introdujo el Carmelo en Francia, diciéndole: aún que carezca Ud. de conocimientos escolásticos, esta obra la entenderá por su experiencia mística y por su unión con la Divinidad. 

         Pero volviendo al santo Cura de Ars: una de las virtudes que más destacan es su grandísima humildad, condición necesaria y suficiente para obtener la Gracia de dios, ya que su Majestad no puede comunicarse con los soberbios. 

          Cuando su fama comenzaba a extenderse por las Parroquias vecinas, empujados por la envidia, los otros Párrocos se reunieron para mandar una carta al Obispo del lugar diciendo que por su gran ignorancia y falta de preparación teológica, el Cura de Ars tenía que ser cesado, ya que inducía a sus parroquianos a practicar una doctrina contraria a la moral Cristiana. Esa carta, con las firmas de los Párrocos, cayó en manos del Santo. Este, como se reconocía indigno de su ministerio, apoyó con su misma firma la solicitud, ¡Diciendo que quería ir a llorar su pobre vida en el Monasterio Trapense! 

         En otra ocasión recibió una carta anónima de otro Párroco, en la cual se le indicaba su incapacidad, debida a su bajo nivel teológico, para desempeñar su cargo, el Santo reconoció la letra del Párroco, y le escribió diciéndole que solo él lo había comprendido, y que le ayudara para convencer al Obispo que lo trasladara a la trapa. Naturalmente, el Sacerdote al ver esa humildad que no podía ser fingida, vino a pedirle perdón y se convirtió en uno de sus más firmes defensores. 

        Otra cosa que llama la atención era su grado de penitencia: en cierta ocasión fue a predicar un retiro en un pueblo vecino y se alojó en casa de una anciana viuda, al final del retiro, el Obispo fue a visitarla para pagar los gastos de manutención que había producido el Sacerdote, la viuda dijo que no había hecho ningún gasto, y que no se le debía nada.

        Todos se preguntaron cómo había sobrevivido estos días, hasta que la criada declaró que al llegar, le había pedido que le preparara una olla de patatas hervidas, con las cuales se había alimentado durante su estancia de 10 días en esa casa. 

         A un Sacerdote de una Parroquia vecina que se quejaba de la falta de devoción de sus fieles, el Santo le preguntó: "¿Ha hecho Ud. penitencia, ha dormido sobre duro, ha ofrecido Ud. sacrificios para sus feligreses?, ¡Entonces no tiene por qué quejarse!". 

        Para un alma espiritual, la santidad de una persona se descubre, como lo dice San juan de la Cruz, por sus actitudes, sus ademanes y sus gestos, y la verdadera humildad, aunque se quiera, no se puede ocultar. Esto es lo que ocurría con el Santo Cura de Ars. 

        Vemos que muchas almas se convertían solo al contemplarlo: en cierta ocasión, un ateo asistió a una misa celebrada por el Santo: al observarlo celebrar con el rito lionés, con las manos levantadas mucho tiempo al cielo, después de la consagración, al verlo, en la acción de gracias después de la misa, arrodillado un largo rato en el suelo ante el altar, ajeno a todo lo que le rodeaba, le causó tal impresión que se convirtió en el acto.

          En otra ocasión, un ateo empedernido, que vino a Ars solo a acompañar a una devota, tuvo la ocasión de hablar con el Santo, éste le enseñó un crucifijo vertiendo abundantes lágrimas, lo que provocó una conversión inmediata. 

      Por fin terminaré con otras dos anécdotas importantísimas:

       -Contra la mentalidad relativista que impera hoy día: la del "dios-merengue", que dice que por la gran misericordia de Dios, el infierno está vacío: el Santo Cura pasaba noches enteras delante del Santísimo, llorando, para que no se condenara ninguno de sus feligreses.

      -Contra el relativismo de ese Dios ante el pecado: en cierta ocasión un joven confesó todos sus pecados, el santo Cura, después de oírlo pasó un largo rato llorando, este le preguntó: "¿Padre, por qué llora Ud?, a lo cual le contestó: "hijo mío lloro por todos los pecados que has cometido y que tú no has sabido llorar".
















VIDA DE JEAN MARIE VIANNEY, EL SANTO CURA DE ARS (De Francis Trochú)




El Santo Cura de Ars, que cuando se refería a su cuerpo lo llamaba
"Mi cadáver", está de cuerpo incorrupto en la Basílica de Ars.





Los deseos de soledad

Leyendo la Vida del Santo Cura de Ars, y nos estamos dando cuenta de la distancia tan grande que nos separa de la Santidad:

¡Ah, decía entre gemidos, no es el trabajo lo que cuesta; es la cuenta que hay que dar de la vida de Párroco en el día del Juicio!; le dijo a un predicador que había venido a su parroquia, y que le aseguraba de su santidad: Ah, amigo mío suspiró el Santo, tomando de repente una expresión grave, casi angustiosa: Ud. no sabe lo que es pasar de una Parroquia al tribunal de Dios".

Le escribió en múltiples ocasiones a su Obispo para que le dejara ir a la Trapa ¡para llorar sus numerosos pecados!, buscaba la soledad que le podría según creía, acercarse más a Dios. Decía en su carta al Obispo: "Que vuestro corazón, Monseñor, me perdone todas las molestias que os he causado... Tengo gran confianza en que vuestra excelencia me concederá esta gracia que le pido. Bien sabéis que no soy sino un pobre ignorante. Este es el parecer de todo el mundo. Firmaba sus cartas: Juan María Vianney, pobre Cura de Ars, la carta no tuvo éxito, más tarde el Obispo recibirá esta petición apremiante:

Monseñor, voy debilitándome de día en día. He de pasar parte de la noche en una silla y he de levantarme tres o cuatro veces en una misma hora. Me desmayo en el confesionario y me pierdo por espacio de dos o tres minutos.
A causa de mis achaques y de mis años, quiero decir adiós a Ars para siempre, Monseñor.
Esta vez firma: Vianney pobre y desgraciado sacerdote.

En 1843, el cura de Ars creyó llegado su fin - ya muy fatigado había escrito, hace más de dos años, su testamento: "Doy mi cuerpo de pecado a la Tierra y mi pobre alma a las tres Personas de la Santísima Trinidad".

El Santo cura sobrevivió a esta grave enfermedad, y diez días después, no había ya lugar a dudas. El Señor alcalde, Conde de Garets fue a visitar al Santo, aún convaleciente. Lo encontró en su cuarto apoyado en su cama y derramando abundantes lágrimas . "¿Pero, qué le pasa a Ud?” le preguntó el señor alcalde. ¡Oh!, respondió el Cura de Ars, nadie sabe las lágrimas que han caído sobre este lecho, después de once años que voy en pos de la soledad... "Y acabó diciendo entre sollozos. "¡Siempre me ha sido negada"!

Pidamos al Santo Cura, Patrono de los Sacerdotes del mundo entero, que nos ayude en nuestros problemas, los cuales serán directamente proporcionales al grado de humildad que tenemos, y que vendrán por los múltiples acontecimientos por todas las personas que nos rodean, para ablandar y limpiar con fuerte  lejía y estropajo, nuestras almas manchadas  por todas nuestras imperfecciones.


LAS IMPONENTES PENITENCIAS DEL 
SANTO CURA DE ARS


[…] Cuando el Rdo. Vianney se ausentó de Ars por espacio de quince días, durante la misión de Saint-Trivier, una terrible noticia conmovió a sus parroquianos. Corrió la voz de que su cura había muerto de fatiga en el confesionario. El rumor que no carecía del todo de fundamento, fue pronto desmentido. Provenía del hecho de que al marchar a Saint-Trivier, había partido en ayunas, se había extraviado entre las nieves y había caído desmayado… Para confesarse con él, acudieron de todas las Parroquias vecinas. Muy de mañana se iba a la Iglesia y oía a los penitentes hasta el mediodía. La Iglesia era glacial y le llevaron un braserillo para los pies; él lo aceptó por cumplimiento, pero lo dejó a un lado, sin hacer ningún uso.

En Montmerle, durante el jubileo de 1.826, por falta de lugar en la casa parroquial, se alojó en la casa de la señora Montdésert, que vivía en la calle de los Mínimos, junto a la Iglesia. Apenas instalado en la casa de esta venerable sexagenaria, que ejercía sin ninguna retribución las funciones de sacristana, el cura de Ars pidió en secreto a la criada que le hirviera un puchero de patatas y se lo subiera al cuarto. Acabado el Jubileo, el párroco de Montmerle fue a dar las gracias a la complaciente señora y a abonar los gastos que le hubiera ocasionado su huésped. “¡Ah, señor Cura, por un par de trapillos, no vale la pena….

         ¿Pero, y la alimentación? En la casa parroquial no ha comido.
         Aquí, tampoco no ha comido nada – replicó la señora Montdésert. Solamente estaba aquí cinco minutos hacia el mediodía.

Entonces intervino la criada y refirió lo que queda dicho. Subieron a su cuarto y encontraron la olla completamente vacía detrás de la campana de la chimenea. El Rdo. Vianney, durante los diez días que estuvo en Montmerle, sin dejar por decirlo así, la Iglesia, no había comido más que aquellas patatas. El cura de Montmerle hizo una investigación en su parroquia. Su Santo colega no había comido ni una vez en casa de persona alguna.